Ya no es ninguna noticia que el desarrollo de Internet ha supuesto uno de los cambios más relevantes en el paradigma de la comunicación. Sumado a esto, la llegada de las redes sociales universalizó la accesibilidad a la amplificación masiva de mensajes, facultad que correspondía de manera exclusiva a los medios tradicionales.
Durante los primeros años, este nuevo escenario era idílico para las empresas pioneras en la red: todo era nuevo y especial, había muy pocas voces y muchas ganas de escuchar; por simple naturaleza y lógica, los mejores contenidos triunfarían.
Con el paso del tiempo, la evolución tecnológica, el estudio de los hábitos de consumo, la comprensión del ecosistema digital y la profesionalización de las actividades relacionadas, permitieron alcanzar estándares de calidad que homogeneizaron la oferta informativa.
Ante tanta similitud en forma, diseño y contenido, y la exagerada multiplicación exponencial de datos disponibles, el público ha sufrido cierto desencanto y rechazo hacia el marketing digital. ¿Cómo puede ser que un mundo con más pantallas que nunca, sea una realidad negativa para la comunicación? ¿Qué puedo hacer para que mi contenido no se ahogue en este mar de saturación digital? Estos son 3 consejos que ayudarán a que tu mensaje sobresalga pese a esta economía de la atención:
Pasar de contenido para clientes a contenido para usuarios:
En todo plan de comunicación es imprescindible añadir contenido que aporte valor. No toda interacción puede ser promocional. El usuario de redes sociales muy pocas veces navega con la intención de comprar un bien o servicio, lo hace con una finalidad social, por eso hablamos de redes sociales y no de redes comerciales.
Es necesario que las marcas adapten su mensaje a lo que el usuario pretende encontrarse en este contexto, de manera que su participación en las plataformas no sea vista como una invasión y esto genere que se salte u omita su contenido. Solo ofreciendo contenido de valor, que entretenga y que aporte información útil, se crearán relaciones sostenidas en el tiempo con los usuarios. Así, el algoritmo por sí solo hará su trabajo y provocará un crecimiento orgánico que devendrá en mayor presencia y consentimiento social.
Monitorización exhaustiva:
Sirviéndonos de la última idea del párrafo anterior, hablamos ahora de los algoritmos, pero no de los del lenguaje informático, sino unos más difíciles, pero no imposibles de calcular: los hábitos de consumo.
Es nuestra obligación volvernos expertos en nuestro público, sus tendencias y gustos. Hoy es posible medirlo todo, hay herramientas gratuitas o de pago, externas o incorporadas a las plataformas, para analizar todo lo relacionado a nuestras publicaciones. De hecho, la misma Inteligencia Artificial nos puede ayudar en esta tarea, no sustituyendo nuestras capacidades creativas, sino cumpliendo con acciones mecánicas como la clasificación de datos mediante prompts. Pero nuestra tarea no acaba ahí, nada funciona por casualidad. Con los datos que obtenemos del rendimiento de nuestras publicaciones, podemos establecer conclusiones más allá de lo numérico o geográfico. Si tenemos una eficiente segmentación y consciencia de nuestro contenido, podremos predecir patrones de comportamiento según el tipo de contenido divulgado.
Prueba nuevos formatos y estructuras:
La evolución del hardware y software de los medios de comunicación obliga a que las técnicas de presentación de la información también se actualicen.
El más claro ejemplo es lo que sucede con la pirámide invertida en el periodismo. Esta estructura para la redacción de noticias nació en Estados Unidos durante la Guerra de Secesión. Debido a que las condiciones para transmitir información eran limitantes e inciertas, se optó por contar lo más importante primero y lo menos importante después.
Este formato se ha mantenido hasta hoy, pero los medios digitales se han visto afectados por él, ya que el público sabe que le basta con leer las primeras líneas de una noticia, y en internet se intenta captar la atención del usuario por el mayor tiempo posible. Esto no quiere decir que la pirámide invertida haya quedado obsoleta. Sin embargo, vale la pena atreverse a probar nuevas formas de manejar la información y no conformarse con lo establecido.
En nuestro ámbito, la comunicación promocional no se debe ver ceñida a los slogans; hay muchos formatos atractivos para favorecer la interacción y el engagement con el público. Técnicas como el storytelling, lo audiovisual, la personalización o el formato de acordeón, nos invitan a innovar en la producción y presentación de nuestro contenido.